El Maleficio. Un remake en las manos equivocadas

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 Autor: Ángel Adm

Introducción

Este domingo finalizó uno de los títulos más polémicos de la cultura telenovelera mexicana: El Maleficio. Hablar de esta historia es remontarnos a la era dorada de los melodramas mexicanos. No sabría decir si se trató de un remake, una versión libre, un reboot, una secuela o un spin-off, porque su campaña de marketing ha sido una de las más confusas y engañosas en mucho tiempo.

La telenovela fue protagonizada por Fernando Colunga, Marlene Favela y Julián Gil. Aunque esta historia prometía mucho y pudo haber sido uno de los cañonazos más sonados del año, el productor y según los créditos, libretista José Alberto Castro, se encargó en cuerpo y alma de hacer que fuera un producto menor.

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Importancia

El Maleficio producida en 1983 por Ernesto Alonso es un título que, “de cajón”, uno debe conocer, leer, investigar y estudiar cuando se adentra al mundo de las telenovelas. Para cuando quise hacerlo, no había suficiente material de episodios en internet que me ayudara a contemplar el por qué fue un fenómeno de aquel tiempo.

Así como muchos títulos, aprendí a atesorar la información disponible para poderla interpretar. El Maleficio no fue la primera telenovela en tratar temas sobrenaturales, pero sí es la más representativa. Tal fue el impacto de tener a un protagonista con “pacto con el demonio” que hasta, años después trajo consecuencias para Ernesto Alonso con la polémica de los narcosatánicos.

La presencia del primer actor Ernesto Alonso puede ser controversial por su manera de actuar, pero al ser un célebre representante del cine de oro, tenía presencia, porte, gallardía y una voz que lograba adentrar al mundo del suspenso.

La telenovela original escrita por la legendaria Fernanda Villeli, tenía influencia notoria del cine de terror o de suspenso psicológico emitido hasta ese entonces, sean El Bebé de Rosemary (1968), La Naranja Mecánica (1971), El Exorcista (1973) o La Profecía (1975), títulos, que si bien, solo una contó con efectos impactantes, en sí, el terror se orientaba más hacia la narrativa, las actuaciones y los simbolismos. Es por ello que El Maleficio de 1983 no es Harry Potter, no es El Conjuro o cualquier otra saga donde deban combatir cuerpo a cuerpo con entidades demoniacas. Cosa que, sí llegué a pensar que sucedería con cualquier versión contemporánea actual.

Rehacer El Maleficio no es como recrear la milésima versión de La Gata (1970). En pocas palabras, es una telenovela complicadísima de producir. Entonces, bajo esta idea, esperaría que la historia se la asignaran a un productor con un equipo creativo sumamente profesional, con experiencia en cine, quizá cierta idea con el género de terror sobrenatural/psicológico o alguien que en telenovelas haya jugado demasiado con los efectos especiales de manera convincente.

Teníamos a Carla Estrada, que desconozco por qué la siguen haciendo jugar a “abogado del Diablo” con las bioseries. Ella ha hecho Alondra (1995), Amor Real (2003), Alborada (2005) y Pasión (2007). Las macroproducciones ya le son conocidas.

Roberto Gómez Fernández, si bien ya no está en Televisa, fue experto en telenovelas góticas como El Color de la Pasión (2014) y El Hotel de los Secretos (2016), aunque su punto débil fueron precisamente los efectos especiales.

Lucy Orozco, una productora que al parecer está inhabilitada y hasta castigada por la propia Televisa, estoy seguro que hubiera movido cielo, mar y tierra, porque conjuga perfectamente el melodrama con aspectos del cine.

Incluso, Carlos Bardasano tendría los recursos necesarios con la gama productiva en Lemon Studios y W Studios. En 2019 logró algo sumamente sorprendente con Amar a Muerte (2019), haciendo que el espectador aceptara el tema de “La Muerte” (Nastasia Villasana) en dicha historia.

Y sumado a que El Maleficio de 1983 tuvo una dirección escénica demasiado fuerte con Raúl Araiza, se cuentan con directores de escena interesantes como Benjamín Cann, Francisco Franco, Eric Morales, Ana Lorena Pérez-Ríos, Walter Doehner Luis Vélez, por mencionar algunos de los más destacados.

Pero al final… se la asignaron a José Alberto Castro, alguien que tiene una experiencia nula en el aspecto cinematográfico y los melodramas de terror. Con respecto a efectos especiales, su única telenovela en el historial es Serafín (1999) y de eso hace ya 25 años. Y, de toda dicha lista de directores mencionados, el elegido fue nada más ni nada menos que Salvador Garcini, el peor con el que cuenta Televisa. Tras dichas referencias, no me esperaba algo de calidad.

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Campaña de marketing: ¿Remake, reboot, secuela?

El Maleficio reciente ha tenido una de las campañas de marketing más confusas y engañosas de los últimos tiempos. La vendieron primeramente como un remake, después, no era eso, sino una secuela, porque vimos a Fernando Colunga hablando que “no es la misma historia, sino veremos al otro portador”.

En el documental, por ejemplo, emitido recientemente en Televisa, José Alberto Castro desmiente lo que se estuvo diciendo, y destaca que no hay una continuación como tal por el plazo de tiempo transcurrido de una versión a otra, sino que es una adaptación. Entonces, de acuerdo a Fernando y otras personas más, veíamos la perspectiva de una secuela o spin-off, pero luego Castro dice que es una adaptación, pero con mayor aire a reboot o versión libre.

Entramos a la telenovela y revisamos que Gerardo (Julián Gil) recoge el cuadro de Bael en los escombros de una casa que se asemeja a la de 1983. Después se le aparece Ernesto Alonso en forma de inteligencia artificial y pareciera que, si es como un tipo de continuación, pero todo se hace más confuso cuando varios de los personajes conservan sus nombres del original.

Me tocó ver posters de El Maleficio en los transportes donde  se colocaban comparativos entre el “Enrique De Martino” de Ernesto Alonso con el de Fernando Colunga, pero uno ve la historia y no es él precisamente

Después revisamos que la inteligencia artificial de Ernesto Alonso, por alguna razón es Bael en carne y hueso, pero no hay una explicación de fondo. Es como un homenaje, en ocasiones, puesto más por calzador que tener una conexión razonable con la obra. Todo esto, hace que, incluso en su última semana, la trama de El Maleficio sea muy complicada de comprender para el espectador. El marketing fue un engaño o me da la impresión que ni sus propios creadores sabían a ciencia cierta qué hacían.

Guion

Tras los argumentos replanteados anteriormente, se comprende el gran ruido de confusión que puede existir en el teleauditorio. Nos hace falta mucho contexto. Vemos a un Gerardo (Julián Gil) recuperar el cuadro de un ancestro de Enrique de Martino (el de 1983), no obstante, poco se menciona del por qué realiza dicha acción.

En el primer capítulo hay un periodista que intenta desenmascarar la organización malévola encabezada por Enrique de Martino (Fernando Colunga), quien termina quemado por los sombríos poderes de “El Capitán” (Markín López). Ese tema no es retomado hasta el penúltimo capítulo de la telenovela.

Los capítulos pasan y la lentitud es notoria por doquier. No suceden grandes cosas y los sustos son muy artificiales. Nos enredan los primeros cuarenta episodios con el interminable cortejo entre Enrique y Beatriz (Marlene Favela), quien aún no es consciente del peligro, salvo por las apariciones fantasmales de Nora (Ana Belena), que intenta advertirle.

Entonces no sabemos si esto es un pretexto de una historia de amor o veremos terror sobrenatural. Luego, observamos que Bael se manifiesta recurrentemente con varias apariencias. La más llamativa, la del Enrique de Martino de 1983, pero se desconoce el por qué. Al final de la primera versión él desaparece de la faz del mundo, siendo llamado por el demonio al no tener un sucesor. En la película de 1986, aparentemente termina aniquilado, pero se destaca que él vive muchas vidas y hasta se encuentra en diversas líneas temporales.

Lo dicho anteriormente nos hace preguntarnos si debemos ver los detalles de las versiones pasadas para entender más el lore y aun así, se supone que vemos la historia de un villano que al final… ¿Deberá redimirse aunque cometa crímenes, quite la vida de muchos y acepte la voluntad de un demonio por ambición? La romantización de Enrique de Martino se me hace uno de los mensajes más peligrosos dichos en una telenovela.

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Personajes

Los personajes de este “maleficio” no tienen un carisma profundo a excepción de unos cuantos. Son muchos y no tienen realmente una relevancia en la trama. Algunos son sectarios de la organización “De Martino”, viven la vida loca pensando que nunca habrá consecuencia alguna. Pintan muy poco e incluso, hasta desaparecen sin saber más de ellos.

Desperdicios memorables como el de Sergio Goyri que hace una especie de… ¿cameo? Él, siendo César de la primera versión, suponía que haría un papel que hilaría bien las dos versiones, pero no… Dice que es hijo del primer portador sin especificar quién, pero no se llama César, ni nada. La telenovela hubiera pasado a la historia si recurrieran a un giro de trama tan demencial: “que el demonio Bael eligiera a ciertas personas al azar a vivir una vida similar a la de su antecesor (el Enrique de 1983) y hasta reescribiera sus nombres por los de aquellos (Beatriz, Vicky, Juanito, etc.)” ¡Sería sorprendente! Sin embargo, los escritores se quedaron con unas bases sumamente básicas de literatura.

Aquí los malos son exageradamente diabólicos o perversos y los buenos son extremadamente religiosos. Nos muestran un contraste para poder ver esta lucha del bien y el mal, pero más nos hacen ver “demonio malo, religión católica buena”. No es de sorprenderse. Tenemos años enteros con una educación de La Rosa de Guadalupe por ende, llega a ser muy risible cuando los personajes endemoniados se molestan, retuercen o hacen muecas con un simple, “Que Dios Te Bendiga”.

Pese a todo, hay personajes muy atractivos como Beatriz (Marlene Favela), Nuria (Jacqueline Andere), Vicky (Sofía Castro), Cayetano (Alejandro Calva), Juanito (Kaled Acab), Nora (Ana Belena), Dolores (Chantal Andere) y Mondragón (Eugenio Cobo), sin embargo, no les sacaron el jugo necesario.

En el caso de Dolores y Juan, me gustó que se tratara un tema muy particular, poco visto en telenovelas: el del adoctrinamiento por vía estudiantil. Es verdad que los alumnos muchas veces son balas de cañón por intereses de los profesores al servirles a seres supremos (por ejemplo, las tendencias políticas). De las cosas buenas a rescatar, eso es muy significativo.

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Elenco y dirección de escena

La dirección escénica de Salvador Garcini es de mediocre a mala como se esperaba. Pese a todo, siento que hubo casos de actores que decidieron seguir su propio tono con algunas particularidades. Marlene Favela y Sofía Castro resaltan entre las actuaciones más diferentes y entregadas del enredo.

Kaled Acab sigue muy bien los pasos de un niño adoctrinado que está constantemente entre dos visiones: el bien y el mal. Jacqueline Andere saca a Nuria con una dignidad impresionante y verla junto a su hija Chantal, es muy interesante. Esta última hace a una muy buena villana, pero se tambalea de manera feroz con la caracterización que le dan de “bruja”.

Considero que Alejandro Calva, Pedro de Tavira, Eugenio Cobo y Gerardo Murguía, tratan de hacer lo imposible con la mala dirección de Garcini teniendo buenos momentos como otros muy sobreactuados. Ana Belena podría tener con Nora un papel de mayor trascendencia en su carrera al ser uno de los simbolismos principales de la telenovela.

¡Ahora seamos bien sinceros! Si comparamos a este elenco con el de 1983… ¡ES UN CHISTE! Teníamos unos figurones actorales en el pasado y ahora contamos con pseudo actores como Adrián Di Monte y Julio Vallado. Actores haciendo papeles que no aportan absolutamente nada como Jessica Coch, Jaume Mateu, Jesús Carús, Rafael Inclán y un largo etcétera. De Verónica Montes y Katia Badia su único momento de lucirse fue cuando las eliminaron de la historia.

Julián Gil siempre lo he dicho, le admiro su evolución actoral y que en esta versión es más villano que Enrique De Martino, pero no creo que esté totalmente rescatado del desastre.

Fernando Colunga es un caso especial. Estuvo muy mal dirigido en un personaje que no sabes si es malo o bueno. No obstante como villano hizo cosas demencialmente terribles y el guion busca perdonarlo cada vez que puede, convirtiéndolo en un tipo torpe, de poca astucia, malicia dividida y poco contorno. No hay una evolución total del papel porque inicia y finaliza teniendo los mismos conflictos hasta que se le erradica.

Si el fandom de Fernando Colunga y la misma empresa Televisa no lo dejan construir personajes de verdad, sin restricciones “para no molestar a los fans” … nunca progresará como actor.

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Efectos especiales

Construir una telenovela de terror no es “la hago y ya”. Ernesto Alonso era un maestro en colocarle atmósfera ideal a sus propias telenovelas, que todo tuviera un “por qué”. Especialmente, si hablaremos de terror, debe ser un conjunto exquisito de actuaciones + dirección escénica + locaciones + soundtrack + efectos especiales. Si no tenemos esto, se nos cae. Los primeros capítulos de El Maleficio parecían fragmentos de La Rosa de Guadalupe. Hasta ese grado llegaron.

Nunca lograron hacer que el teleauditorio tuviera los pelos de punta al sentarse a ver la telenovela. Inclusive el vestuario debía hablar por sí mismo pero recurrieron a unas túnicas negras estilo Harry Potter, un maquillaje carente de sorpresa y unas máscaras, especialmente, la de las brujas, que parecían sacadas de villanas de telenovela infantil.

Lo peor, es que en el internet me he topado con comentarios y opiniones en video de “hay que darle chance a la telenovela, porque por la cantidad de capítulos no cuentan con tanto presupuesto”. ¡¿Entonces para qué la hacen en primer lugar si no hay dinero?!

Además, una televisora como Televisa no es una empresita amateur jugando a hacer historias. Claro que tiene capital, lo que no tiene es visión. Y si una telenovela forzosamente debe tener presupuestos bajos, no entiendo por qué producciones como las brasileñas y las turcas se ven como series o películas de primer mundo. Sin contar que la versión de 1983 está mejor lograda en efectos con cuarenta años de diferencia. Ernesto Alonso produjo telenovelas históricas y ahí los efectos tenían que hablar por sí mismos.

¡No nos vayamos tan lejos! No he visto que alguien haga la comparación de El Maleficio con Amar a Muerte (2019) que es nuestro referente más reciente en cuanto a ciencia ficción, realismo mágico y terror en telenovelas. Lo que se hizo ahí fue aplaudible. Se utilizaron los efectos correctamente, las locaciones eran hermosas y especialmente, la atmósfera para hacernos creer que lo sucedido ahí sí estaba ocurriendo.

En el remake de La Mujer de Judas por TV Azteca¸ aunque omitieron mucho del misticismo de su original, no requirieron super poderosos efectos especiales para generar terror cuando “la novia asesina” aparecía en escena.

Le aplaudo las locaciones y ciertos sentidos de producción a El Maleficio, pero es imperdonable que a estas alturas, no se haya considerado a un público que tiene experiencia en contenidos de terror y que se ha vuelto más exigente, y aquí el rating se las cobró. Pese a todo sí es un título que trasciende por ser el primero en incluir el trabajo de IA´s (para bien o para mal).

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Conclusión

No entiendo--- ¿Por qué ofrecernos versiones tan modificadas y light de sus antecesoras? Pasamos de una Catalina Creel sexosa a un Enrique de Martino blandengue. Hay cosas que por sentido común deberían saberse, pero pareciera que Televisa vive en otro mundo muy diferente al de la realidad. El Maleficio no pasa la prueba, entretiene muy poco, se queda corta, no sabes qué es a ciencia cierta y tiene muy pocas cosas buenas. Me deprime que ni logró salvar una barra. Quizá pueda llamar la atención a algunos, pero es una telenovela más a la que su propia empresa y productor le quitaron la dignidad. Triste lo que los remakes le han hecho a las telenovelas de Ernesto Alonso. Pocas pasan la prueba de calidad y esta, que debía ser el mejor remake… No lo logró, ese fue “Su Maleficio”.

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