Amor en Silencio: Análisis a la escena trágica

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Autor: Ángel Adm

Antecedentes de un suceso histórico en la TV

1988 fue un año importante en la historia de las telenovelas mexicanas. Tuvimos títulos que pasaron a la posterioridad, grandes villanos, protagonistas, etc. Fue un año en el que destacados artistas y excelentes guionistas comenzaron a brillar.  

Ante la ausencia de reality shows y otros programas que marcaran tendencia nacional como recientemente lo hizo La Casa de los Famosos, las telenovelas de Televisa tenían que ser lo suficientemente impactantes para ser comentadas en las calles del país.  

No es que hubiera una competencia como la hay ahora, pero para cualquier empresa es importante la rentabilidad óptima de sus productos y/o servicios.  

Eric Vonn, ahora célebre por crear telenovelas crudas y macabras, junto con Liliana Abud, cuyo estilo recae tanto en la crueldad circunstancial como en el sarcasmo, hicieron una telenovela “indigesta” de la mano productora por Carla Estrada.  

¿A qué me refiero con “indigesta”? Una telenovela que reunía muchos clichés absolutamente ubicables por los espectadores de la época pero cuya fuerza más importante era el amor. No obstante, estos autores llegaron mucho más lejos, porque les bastó un solo capítulo para destruir todos los códigos reconocibles de la audiencia con la muerte de los protagonistas.  

Para 1988 eso era algo insólito, pero no es que no se hubiera visto antes. Había habido múltiples telenovelas con protagonistas que morían, por ejemplo, Carlota y Maximiliano (1965), Rubí (1967), El Retrato de Dorian Gray (1969), La Hiena (1973), Entre Brumas (1973), Vanessa (1982), Angélica (de 1985 y también protagonizada por Erika Buenfil), entre otras.  

Entonces, ¿Por qué impactó tanto el hecho de que murieran los protagonistas de Amor en Silencio si ya había habido telenovelas con este tipo de tragedias?

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Causas del efecto “Bola de nieve”

1988 también fue el año donde se desarrollaron unos villanos brutales que impactaron al espectador. Muchos de ellos quedarían perfectamente en un top 20 de antagonistas de telenovelas.  

Por ejemplo, Eladio Gómez Luna (Enrique Rocha) de Pasión y Poder, Lucrecia Treviño/Irene Del Conde (Alma Muriel) de El Extraño Retorno de Diana Salazar, Caralampio (Sergio Jiménez) de Encadenados, Yutaka Ogino (Salvador Sánchez) y Lady Elizabeth Pointer (Martha Roth) de El Pecado de Oyuki, Norma (Blanca Guerra) y Elena (Rita Macedo) de Nuevo Amanecer, por mencionar algunos, pero no podemos olvidar, sin duda a Paola (Elvira Monsell) y Mercedes (Margarita Sanz), ambas de Amor en Silencio.  

Amor en Silencio es una telenovela que reúne muchas cosas. Nos expone temas sociales y escabrosos envuelto entre los clichés del melodrama clásico, referenciando una libre inspiración de Romeo y Julieta de William Shakespeare, donde todo el amor se ve rodeado por una tragedia.  

Para 1988 Amor en Silencio no era la única que seguía una línea de tragedias similares. En Pasión y Poder, Eladio Gómez Luna por poco acaba con medio elenco en una fiesta en el capítulo final. Durante los primeros episodios de El Extraño Retorno de Diana Salazar, Lucrecia logra que los estelares sean quemados en la inquisición, mientras, Irene logra erradicarlos en el final de la historia (aparentemente). En El Pecado de Oyuki, Yutaka logra eliminar al galán Irving (Boy Olmi) y en el desenlace de la telenovela fallece Oyuki.  

Me vuelvo a hacer la pregunta, ¿Por qué si ya teníamos tantos ejemplos, lo que sucedió en Amor en Silencio se ve más indigesto y terrible como para marcar un parteaguas en la historia de la TV?  

Por la sencilla razón que en los múltiples casos de protagonistas eliminados en el pasado era en el capítulo final o en la recta rumbo al desenlace.
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Rompiendo lo convencional

El Extraño Retorno de Diana Salazar es una trama de ciencia ficción mezclada con terror sobrenatural donde la muerte de los protagonistas en ambos casos nos abre un bucle donde el final no es precisamente trágico.  

Respecto a El Pecado de Oyuki, ya teníamos un antecedente descrito en la historieta de Yolanda Vargas Dulché, además que la aprobación del galán Boy Olmi, no era precisamente la mejor.  

Para Amor en Silencio, las cosas eran muy arriesgadas. Estamos hablando de una trama que no lleva ciencia ficción, ni una guerra de magnates ni era una telenovela basada en una historieta. Era un original, una trama de amor con tintes didácticos para el cuidado de las personas sordomudas y en pocos momentos nos describe una tragedia explícita. Aquí es donde entra el personaje de Mercedes.  

Mercedes es considerada por muchos una de las mejores villanas de las telenovelas. Ella llega incluso hasta los puntos más altos de los tops porque fue de las pocas en lograr su cometido, aniquilar a los protagonistas. Es tan significativa, que, incluso, le he dado un espacio particular en mis críticas.  

La personificación de Margarita Sanz nos habla de una villana muy atípica. Pocas veces se le ve haciendo las “maldades habituales de un antagónico” como insultar, cometer fraudes, robos, traicionar, etc. Muchas veces la veía como una mujer con un alta negligencia médica, además de la poca atención que le daban sus familiares, su esposo Carlos (Luis Rábago) y su hermano Fernando (Arturo Peniche). La veía en ocasiones, más como una víctima de las circunstancias. Esto lo retomaré más adelante.  

No obstante, sí hubo escenas que describían a Mercedes como una mala persona. Por ejemplo cuando se burló de la condición de Ángel (Rodrigo Ramón de niño) por ser sordomudo; cuando agredía a Marisela (Érika Buenfil) a la menor provocación; muchas veces fingía que haría lo correcto pero hacía lo contrario; humilló a Olga (Patricia Martínez) diciéndole que sería una solterona toda su vida, además corrió a Felipa (Raquel Pankowsky) de una manera agresiva y violenta.  

Si bien, son escenas muy contadas, nos hace dejar de justificarla para ver que Mercedes tiene una autoridad negativa en las demás personas.  

Es un personaje escrito de tal manera, que puede reaccionar de muchas formas sin llegar a algo en concreto. Sabemos que está mal su actuar, pero puede ser calculadora y previsiva. Llega a ser impulsiva, pero también sabe medirse. Es hasta el capítulo 59 que la telenovela nos da a entender que ella padece esquizofrenia.  

Mercedes inicia siendo una mujer elegante, a la moda y bien vestida, pero entre más pasan los capítulos, su imagen personal se ve profundamente dañada. Prácticamente, en la primera mitad de la historia nos dan la crónica de una tragedia anunciada.  

Para ese 1988, se llegó a pensar que la telenovela terminaría en la boda de Marisela (Érika Buenfil) y Fernando (Arturo Peniche), aunque en la entrada hay varios spoilers que decían todo lo contrario como la pistola, la nueva pareja entre sombras y la aparición de Patricia Pereyra. Aun así, el televidente pensaría que está viendo una telenovela lineal, porque esa era la educación telenovelera de aquel entonces.  

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Consecuencias del “Efecto bola de nieve”

Un “Efecto bola de nieve” es descrito, coloquialmente, como una bola de nieve que va cayendo de una montaña y entre más cae, crece el peligro de generar una avalancha.  

Mercedes logra en un solo capítulo lo que muchos villanos no pueden, crear un efecto de tal magnitud. Esto sucede con su presencia en la ceremonia de bodas de su propio hermano. Fernando, aún sintiendo cariño por ella, le había dejado una invitación a pesar de todos los problemas que le había ocasionado.  

En una secuencia donde escasamente le vemos el rostro, Mercedes suelta un aproximado de seis disparos, prácticamente vacía toda la pistola. Hay tiros al azar y cuatro de ellos impactan en Marisela y Fernando quitándoles la vida.  

Lo que hace este capítulo tan difícil de olvidar es el hecho de la violencia tan gráfica a la que se recurrió contra dos personas muy jóvenes con muchos anhelos. La fuerza de los actores va de la mano con el guion, la poderosa dirección escénica de Luis Vélez y Miguel Córcega y la buena utilización de temas seleccionados por el musicalizador Jesús Blanco. Se hizo un conjunto que logró un capítulo desgarrador.  

Las versiones posteriores que le siguieron a Amor en Silencio como Háblame de Amor (1999) y A Que No Me Dejas (2015) o telenovelas que recurrieron a referenciar esta escena como Valentina (1993), se ven como repeticiones sin el menor impacto de lo que dejó la original.  

Luis Vélez y Mónica Miguel como la directora de diálogos recurrieron al realismo, no a los zooms exagerados, ni a movimientos de cámara innecesarios, ni a que Mercedes se viera sobreactuando su triunfo o que hubiera un solo detalle que opacara todo lo que estábamos viendo. Apostaron por una secuencia cruda y melancólica que invadió todo el capítulo.  

En la secuencia nos muestran el proceso de todos los acontecimientos y las consecuencias que trajo la horrible tragedia, como dejar huérfanos a Ana (Fabiola Elenka Tapia de niña) y Ángel (Bernardo Gazca de adolescente). Este último pierde el habla y Andrea (Saby Kamalich) y el hijo que esperaba mueren. Además, la ausencia de Fernando deja un hondo hueco en Carlos y Olga.  

Por si fuera poco, Ana recibe bullyng en la escuela y es llevada a un internado en Estados Unidos.  

Sin embargo, también tiene cosas positivas como la reivindicación de Miguel (Joaquín Cordero), quien de ser el gran villano, se vuelve el pilar patriarcal de la telenovela. De hecho, en la fase transitoria de un arco a otro, lo vemos todo desde su perspectiva, hasta cederle el protagonismo de Marisela-Fernando a Ana-Ángel.  

Es muy terrible que en pleno 2023, no aprovechemos los avances tecnológicos como un soporte para crear escenas tan desgarradoras o capítulos impactantes. Vencer la Ausencia (2022) quizá fue de las pocas excepciones pero en mucho tiempo no hemos tenido el placer de ver un espectáculo de actuaciones verdaderamente creíbles llevadas a un pico melodramático extremo.  

El capítulo de la tragedia y los venideros son una verdadera cátedra de grandes actuaciones. Intérpretes como Joaquín Cordero, Laura León, Elvira Monsell, Lucha Moreno, Óscar Morelli, Isabel Martínez “La Tarabilla”, Aurora Alonso, Luis Rábago, Patricia Martínez, Fabiola Elenka Tapia y Bernardo Gazca dieron su alma para ofrecernos una serie de escenas desgarradoras que nos transmitieron la tragedia en carne viva. Parecía que estábamos viendo una película, por lo tan cinematográfico de dicho asunto.

¿Por qué es así Mercedes?

En las telenovelas de antaño pocas veces se hablaban de los contextos y motivaciones del villano. Eran malos muchas veces simplemente “porque sí”. En esta ocasión le podríamos atribuir a Mercedes “su maldad” debido a la obsesión que sentía por su hermano.  

Pese a lo dicho anteriormente, puede que existan dos escenas que nos sirvan de antecedente en su vida por dos plazos de tiempo.  

El primero es cuando intenta dispararle a su esposo Carlos y este le quita la pistola. En su lapso psicótico, Mercedes cuenta la trama de “Romeo y Julieta”, comparándola con su historia y la de Fernando, haciendo énfasis que pudieron haber sobrevivido si se hubieran escapado, tal como ella lo hizo con él. Esto da a entender que es probable que hayan vivido en un núcleo familiar sumamente difícil.  

Mercedes y Fernando vivían a lado de Carlos, de quien él menciona haberlo visto desarrollarse desde niño y lo considera como un hermano. Es también probable que él hubiera sido el sustento de ambos por mucho tiempo, mientras que ella hacía un rol “maternal”, que se pudo distorsionar como “atracción” para después pasar a la obsesión.  

El segundo antecedente es después de haber asesinado a Marisela y Fernando. Mercedes es interrogada por haberles disparado, pero ella confunde al comandante con un doctor, seguramente al que la atendía, y lo tacha de “ser siempre un ignorante”. Tras salir del sanatorio ella se ve temporalmente sanada, pero no tarda mucho en regresar a su personalidad psicótica. Por lo tanto, ella también fue una víctima pero de la negligencia médica.  

Con Mercedes se puede hablar de dos tipos de protesta, los abusos familiares y la irresponsabilidad médica, pero al no tener una confirmación de sus autores originales, se le puede seguir satanizando por sus macabros hechos, que en efecto, no tienen justificación alguna, pero son influidos por un pasado trágico.  

Una villana como Mercedes ha servido de inspiración para sus autores a crear otros personajes similares a ella en sus originales y adaptaciones. Por ejemplo, de Eric Vonn (sin contar a Adriana, interpretada por Alma Delfina en Háblame de Amor, adaptación de Amor en Silencio) tenemos a Rebeca (Mayra Rojas) de Valentina (1993), Elena (Sonya Smith) de Pecados Ajenos (2007) y Aleyda (Gabriela Vergara) de Cielo Rojo (2011), por mencionar algunos.  

En el caso de Liliana Abud, también tenemos una influencia para personajes como María Paula (Lucero) en Lazos de Amor (1995), Tamara (Cynthia Klitbo) en El Privilegio de Amar (1998), Casilda (Tiaré Scanda) en Amarte es mi Pecado (2004), y Jacinta y Verónica de Barrera de Amor (2005) destacando entre las más significativas.
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Conclusiones

Escenas desgarradoras que cada vez se ven más lejos de replicar en pleno 2023.  

Le mando una gran felicitación a la primera actriz Margarita Sanz, quien hizo un trabajo complejo para meterse en la piel de una sociópata con problemas de esquizofrenia.  

Pocos ya son los actores que arriesgan, mínimos los directores de escena que quieren pasar a la posterioridad y nula la alternativa de que la empresa se supere más en su calidad.  

Amor en Silencio es la perfecta deconstrucción de un melodrama clásico. 60 capítulos principales de ver una ensalada de clichés mezclados con una temática didáctica, humor negro y temas escabrosos para luego cortarnos en seco y cambiarnos el universo de nuestros personajes en muy poco tiempo, tal como un terremoto.  

Mercedes Silva se corona como la villana o antagonista incomprendida que logró cambiar todo un universo visual en pocos segundos.

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